Honduras: un plan de terror se ha puesto en marcha

martes, 9 de agosto de 2016

Honduras: un plan de terror se ha puesto en marcha




Análisis de coyuntura

Introducción

La sociedad hondureña ha sido testigo impotente de la vorágine de muerte y violencia en la que ha sido hundida tras el golpe de Estado planificado y ejecutado por sectores oligárquicos. Antes de ese suceso ocurrido el 28 de junio de 2009, hechos violentos como los homicidios eran explicados mayoritariamente por ladelincuencia común y organizada. El Observatorio de la Violencia señala que estos hechos han tenido una tendencia al aumento, así, de 1195 homicidios cometidos en 2003, se pasó a 6239 en 2010.
Después de la brutal embestida militar, la violencia comenzó a pasar su factura por razones políticas. De acuerdo al Comité para la Defensa de los Derechos Humanos (CODEH), la cifra de homicidios por tales causas suman 157 víctimas. El golpe de Estado ha afectado alcolectivo gay, el cual, es uno de los grupos especialmente afectados así como miembros del gremio periodístico. Durante el gobierno de facto de Micheletti el número del primer colectivo suma22 ejecuciones y durante los cinco semestres de Porfirio Lobo Sosa se contabilizan 42 muertes violentas. Por otro lado, el número de periodistas asesinados suman 18. De esta manera, Honduras se ha vuelto –después del golpe- un país peligroso para ejercer la labor de informar.
En octubre y diciembre de 2011 ocurrieron tres acontecimientos, dos de ellos que conmocionaron a la sociedad entera: el asesinato de Alejandro Vargas (hijo de la rectora de la UNAH), el asesinato de la periodista Luz Marina Paz y el asesinato de Alfredo Landaverde. En febrero de 2012, el terrorismo de Estado[1] dio un nuevo giro. Ocurren tres incendios y se derriban torres eléctricas cercanas a la capital. Estos últimos sucesos – de los que da cuenta el presente análisis- hacen pensar que en el país el tablero está puesto y que quienes mueven las piezas lo hacen de manera maquiavélica. En ese sentido, nuestra hipótesis es que el terrorismo de Estado ha pasado a una nueva etapa, la cual, está preparando las condiciones para pasar a situaciones de mayor envergadura para el proyecto oligárquico.

Contexto
Honduras es un país donde imperan las desigualdades económicas, sociales y políticas. De acuerdo a la CEPAL, el quintil más pobre se queda con apenas el 2.5 del ingreso mientras que el quintil más rico recibe el 60.2 de los ingresos (2010). Con su 67.4 % y 42.8 % de población viviendo en pobreza y pobreza extrema respectivamente, Honduras es uno de los tres países del continente más afectados por esas condiciones socioeconómicas.

La desigualdad política queda de manifiesto en el monopolio del poder por parte de la clase dominante a través de sus dos partidos: el Liberal y el Nacional. Los grupos de poder económico durante los años de “democracia” en Honduras han consolidado el  capital nacional y extranjero ubicando hombres y mujeres obedientes a sus designios tanto en el poder ejecutivo, legislativo y judicial. La causa para que Manuel Zelaya Rosales recibiera el golpe de Estado que lo tumbó del poder fue su empeño en reducir las desigualdades impuestas por el poder económico. Su proyecto -que gozó de apoyo popular- dejó de encajar en el proyecto oligárquico pues comenzó a afectar los intereses de acumulación de capital de las empresas nacionales y transnacionales. 

El golpe de Estado ha dado lugar a una continua militarización de la sociedad. Así, militares golpistas ocupan actualmente posiciones de liderazgo en Hondutel y la Marina Mercante, se ha discutido como anteproyecto de ley en el congreso nacional el regreso del servicio militar obligatorio, se ha puesto en marcha el programa “Guardianes de la Patria” cuyo objetivo, y se ha otorgado por vía constitucional la asunción funciones policiales al ejército. La saturación de lo militar también ha llegado a la esfera política con la fundación del partido denominado Alianza Patriótica cuyo máximo dirigente es el exjefe de las FF.AA durante el golpe de Estado Romeo Vásquez Velásquez. Lo más reciente de la imparable militarización del país es quelas FF.AA pueden realizar compras sin hacer ningún tipo de licitación (Tiempo; 2012).

La militarización es un fenómeno en curso que también está ocurriendo en países vecinos como El Salvador y Guatemala. En el primer país el gobierno de Mauricio Fúnez por presiones de los Estados Unidos destituyó a Manuel Melgar como ministro de seguridad para poner  en el mismo cargo a el general retirado Manuel Munguía Payés. El ascenso al poder de Otto Pérez Molina en la vecina Guatemala también ha supuesto el involucramiento de militares en asuntos de seguridad interna que le competen a la policía. El encargado de velar por la seguridad de ese país es el coronel Mauricio López Bonilla.En fecha reciente, López Bonilla anunció la necesidad de disponer de tres mil nuevos integrantes dentro del ejército para brindar mayor seguridad al país (CLOC, 2012)

El terrorismo como consecuencia del golpe de Estado
El golpe de Estado es un hecho histórico que en términos temporales ha tenido  consecuencias de corto, mediano y largo plazo. Diversos sectores de la oligarquía lo apoyaron por lo que líderes empresariales, políticos, religiosos, policiales y militares apuntalaron incondicionalmente la ruptura del orden constitucional. Asimismo, el golpe de Estado no puede dejar de verse como un proyecto de los Estados Unidos para contrarrestar el avance de los gobiernos progresistas en la región latinoamericana. Históricamente, los EE.UU. han usado a los ejércitos nacionales para mantener su hegemonía. Así ocurrió en Guatemala con Jacobo Arbenz, en Chile con el derrocamiento de Salvador Allende en 1971 o en Venezuela con el fallido golpe de Estado del 2002. 

Lo sucedido en Honduras con el golpe de Estado dio a un luz a un nuevo actor –el Frente Nacional de Resistencia Popular- cuyo brazo político es el partido Libertad y Refundación (LIBRE). El FNRPcomo fuerzaheterogénea aglutina fuerzas políticas como los liberales en resistencia y pinuistas-sd, movimientos y organizaciones indígenas, religiosos, LGTB, obreros, estudiantiles, etc. Uno de los objetivos del FNRP a través de LIBRE es la refundación del país. Esto supone una serie de cambios radicales que afectarían los intereses de la oligarquía nacional así como también los intereses económicos y geopolíticos imperialistas estadounidenses. La refundación es, de hecho, una aspiración popular que choca indefectiblemente con el proyecto hegemónico oligárquico cuya piedra angular es la acumulación desbocada de capital.
La derecha en el país está decidida a no ceder un ápice del poder que ejerce sobre lo que considera de su propiedad, es decir, la nación entera con todos sus recursos. Su intransigencia quedó demostrada sobremanera con los hechos del 28 de junio y lo sucedido posteriormente. Para la clase dominante, el FNRP es una fuerza política nada desestimable. Por ello, ha recurrido a diversas estrategias para frenar su avance. En el campo político, ha fundado dos partidos: el partido Anticorrupción y el partido Alianza Patriótica. 

En la primera apuesta ha colocado a un personaje mediático conocido por sus programas deportivos y de entretenimiento; en la segunda a un hombre que simboliza la fuerza de la opresión. Quizá la próxima jugada –en el caso de Alianza Patriótica- sea la aprobación por vía constitucional de la participación de los militares en política sea como votantes. El propósito de tales estrategias es claro: fragmentar el electorado. Ellos saben que el bipartidismo está desahuciado por lo que han renovado el sistema de partidos.
¿Qué hay detrás de la muerte del hijo de la rectora?
El 22 de octubre de 2011 los medios de comunicación informaban del asesinato de Rafael Alejandro Vargas. El joven ejecutado era hijo de la actual rectora de la UNAH Julieta Castellanos. Se descubrió que sus asesinos fueron 4 policías. Curiosamente, pocos días después en una colonia marginal se asesinó a igual número de agentes. Pero lo cierto es que el asesinato del joven Vargas fue un golpe clave para lograr algunos cambios. Los medios hicieron su parte poniendo al descubierto los vínculos de la policía con el crimen. 

Valiéndose de la desconfianza en la policía, los políticos delestablishment asignaron funciones policiales al ejército. Así, se avanzó un paso más en la militarización de una sociedad a la que a toda costa se le quiere impedir su transformación. En febrero de 2012 –paradójicamente mes del amor y de la amistad- ocurrieron 4 acontecimientos que conmocionaron al país: se incendió el centro penal de Comayagua, el mercado Colón, el seguro social y el derribamiento de torres eléctricas que transportaban energía a la capital. Lo que tuvieron en común los incendios es que -según algunos testigos- fueron precedidos por explosiones. En los dos primeros casos, sorprendió la capacidad destructora de los mismos por su intensidad, rapidez y la dificultad para sofocarlos.

Los hechos mencionados indican un giro en la agenda de terror de la derecha. La violencia oligárquica hecha de manera clandestina mantuvo una dinámica de selectividad que incluyó al joven universitario. De ahí, se pasó -con los incendios y le derribamiento de las torres- a un terrorismo masivo. ¿Curiosamente en todo ese tiempo no se asesinó a ningún miembro del FNRP? Lo que se busca es, sin duda, es paralizar temporal o indefinidamente a una población que se ha sacudido de sus vendas a través del recurso del miedo. El terrorismo también quizá sea un escalón en la agudización de la guerra  asimétricamente no declara por la clase dominante a los sectores populares. Quizá lo que se busque es atentar contra los líderes del FNRP. En ese sentido, el coordinador del de esa organización Manuel Zelaya (El Libertador, 2012) ha denunciado públicamente que existe un listado de 10 personas que serán asesinadas. Entre ellas estaba Alfredo Landaverde, está él y su esposa Xiomara Castro.
La clave de la militarización
Durante y después del golpe de Estado, los militares recuperaron su protagonismo de antaño. Ellos son parte de la contraofensiva de los Estados Unidos contra la oleada progresista de la región. En la reciente visita del vicepresidente JoeBiden, el jefe del Comando Sur Douglas Fraser afirmó que los “ejércitos serán claves en la lucha antidrogas” (La Tribuna, pág. 78, 2012). Sin buenas cartas credenciales en materia de lucha antidrogas[2], representantes del mayor país consumidor de drogas del mundo vienen a asignar tareas a un ejército con supuestos vínculos con el sucio negocio.El involucramiento del cuerpo castrense contra la narcoactividad no es más que un subterfugio para ejercer un control draconiano sobre la sociedad. Como si aprendieradel viejo refrán“cría cuervos y te sacarán los ojos”, la derecha continental ya no está dispuesta a que su democracia de lugar a gobiernos que atentencontra la estructura de acumulación de capital. En el caso hondureño, LIBRE es visto como una serie amenaza. Su eventual llegada al poder a través de vías democráticas está ya siendo truncada con el asesinato de sus miembros y con acciones terroristas de alcance masivo.

Los acontecimientos de febrero probablemente solo sean la puerta de entrada a un contexto más turbulento planificado alevosamente y así justificar un segundo golpe de Estado en que los militares podrían permanecer indefinidamente en el poder. De hecho, es plausible prever un uso exacerbado de la violencia previo a las elecciones del 2014 o después de un eventual triunfo de LIBRE. Entre las estrategias que posiblemente se sigan están la mexicanización del país, es decir, una guerra abierta y sangrienta entre los grandes carteles de la droga en el territorio nacional. Actos de sabotaje contra la infraestructura y atentados contra grupos e individuos –aun de la derecha- también podrían suceder. De ocurrir esto último, la oligarquía correrá aresponsabilizar al FNRP de querer desestabilizar al país o al crimen organizado. Con un panorama así, el poder militar emergería como el único capaz de garantizar el orden y la seguridad en la nación.
El regreso de gobiernos militares no es una idea descabellada. La historia enseña que elloshan contado con el patrocinio de los Estados Unidos para apuntalar la acumulación de capital. Si las condiciones ideológicas y políticas del momento son adversas, los militares son la herramienta perfecta para frustrar cualquier intento de cambio en las relaciones sociales de poder. Para una muestra un botón: el papel de estos durante el golpe del 2009 y la indiferencia mostrada por la Casablanca no fue nada fue fortuita, todo lo contario, existen pruebas del apoyo estadounidense a ese acontecimiento. Desde la asunción de Zelaya como presidente, el contexto ideológico-político se muestra desfavorable para la oligarquía. Esta, ha recurrido al terrorismo para impedir las transformaciones profundas que traería consigo la refundación del país.El movimiento de las piezas hecho  hasta ahora apuntan a un jaque mate que traerá una consecuencia infame: el retorno de los militares a dirigir el destino de la nación o al menos influir cercanamente sobre él.

Bibliografía






En realidad, se puede hablar de terrorismo de Estado desde el momento en que se dio el golpe de 2009. La forma en que fue secuestrado el presidente Zelaya, el despliegue de armamento y personal militar, la forma bestial en que miembros del FNRP fueron reprimidos por la policía durante las manifestaciones y el asesinato de miembros de esa misma agrupación política son ejemplos de ese accionar estatal.
[2]Hechos como el escándalo Iran-Gate, el aumento de la producción de opio en Afganistan después de la ocupación militar estadounidense o la reciente operación “Rápido y furioso” ponen en entredicho la retórica de Biden y Fraser.

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