Primeros pasos de una evolución de la motivación y la conducta.

jueves, 8 de diciembre de 2011

Primeros pasos de una evolución de la motivación y la conducta.



 
La controversia en el estudio de la motivación, acerca de si la conducta debería ser conceptualizada como “mecanicista” o como “cognitiva”, ha sido ganada por la primera en la historia reciente. Tal como señalan Heckhausen (1980), durante la era comprendida entre 1920-1960, la psicología estuvo dominada por el conductismo mecanicista de Watson y el neoconductismo de Hull y Spence.

Las metas de esta psicología mecanicista fueron preceder dado el estímulo, qué reacción tendría lugar; o dada la reacción, formular que estímulo causa la reacción, siguiendo la clásica formula S - R (estímulo-respuesta). La mayor parte de los psicólogos estuvo de acuerdo en que la teoría del impulso, tal y como fue formulada por Hull y Spence, proporcionó un marco de referencia aceptable para comprender la conducta “simple” de los infrahumanos.

Aparece una nueva perspectiva: la cognitiva
Para la psicología, el año 1956 es considerado por los investigadores, como un año emblemático, dado el giro copernicano que se produjo como concurrencia de una serie de circunstancias que iban a cambiar los derroteros de la nueva psicología cognitiva.

Las publicaciones de Miller, G.A. (1956), Bruner et al. (1978), entre otros, junto con el desarrollo del Segundo Simposim sobre Teoría de la Información (Masachusetts Institute of Technolgi, 1956) marcaron la dirección del nuevo movimiento de la psicología. Como señala Pozo, J.I. (1990), dos vías de influencia pare- ce haber recogido la psicología cognitiva. Por una parte la influencia del nuevo mundo científico, respuesta de la revolución postindustrial y por otra la influencia de una serie de autores (Binet, Piaget, Vigotski, Bartlett...) que venían trabajando desde supuestos cognitivos.

Cognición - R.
El impacto de la psicología cognitiva sobre los fenómenos motivacionales, ha hecho que las interpretaciones mecanicistas hayan cedido el paso a otras de carácter cognitivo. La tendencia actual en el estudio de la motivación se centra en incluir a los procesos mentales superiores como determinantes de la acción.

Locus of control” de Rotter
Fue Rotter (1954) quien primeramente introdujo el concepto “locus of control” (lugar de control), que ha cobrado una gran importancia en los enfoques teóricos y prácticos de la motivación. Con este término se alude a la causalidad percibida por el individuo de los resultados de la conducta. Si tomamos en consideración las situaciones de rendimiento, en la percepción de alcanzar unos objetivos fijados puede influir el proceso de la atribución causal. Por una parte el individuo puede concebirse así mismo como responsable de su propio rendimiento (control interno); por otra el individuo puede ver como responsable de su rendimiento a otros, a la suerte o a circunstancias que se escapan de su control (control externo).

El concepto de lugar de control, al que nos estamos refiriendo, procede de la “teoría del aprendizaje social” que Rotter (1954) “Social learning and clinical psichology” ha formulado compartiendo muchos de los aspectos teóricos propuestos por Lewin, Bandura y Atkinson. A ella nos vamos referir a continuación contrastando diversas opiniones sobre el tema.

Según recoge Arnau (1979), la teoría del aprendizaje social se halla justificada por el hecho de que muchas formas de conducta son aprendidas en contextos sociales, integradas por necesidades que requieren para su satisfacción de la decisión de otras personas.

Por su parte Fanelli (1988) señala que la teoría del aprendizaje social indica que una persona penetra en una situación con unas expectativas en relación con los resultados probables de sus posibles conductas. Por último veamos la opinión de Weiner (1974) al respecto, cuando dice que la teoría del aprendizaje social, tal como la formuló Rotter, especifica que la fuerza de la tendencia a implicarse en alguna conducta es en parte una función de la expectativas de que un refuerzo seguirá a la conducta. Se supone que tales expectativas se basan en las experiencias anteriores de la persona.

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