Me pierdo en la profundidad de mis miedos.
Camino por las calles mirando las orillas; uno que
otro pichinquito demostrando amor, repelo algunas imágenes perturbadoras;
asimilo un pensamiento sobre ¿Cuál será el mar, que tenga las orillas más
adecuadas para poder respirar de manera diferente? Y que detenga estas miradas
desfallecientes en la angustia, este cuerpo suspira, anhela y busca el calor de
tu aliento.
Podrán describirnos de mil formas; pero solo ella
conoce y sabe la confianza que me hace sentir, y reconoce cuando salgo de las
profundidades de mis ideas, miedos y pensamientos perturbadores; concernientes a
enfrentar el salvajismo existencial de este capitalismo cachureco.
No puedo negar que sus labios son el mejor lugar
para existir y auto conocerme; precisamente son esas orillas las que me hacen
recordar de sus caderas las que me devuelven, esa paz, esa tranquilidad; no es
ella, hoy soy yo el que se aleja de su amor, de sus brazos, de sus besos; es
claro darse cuenta que ya no eres el mismo en este constructo que llamamos amor.
Nunca fuimos algo, pero tampoco ha existido un adiós;
esa sensación de alegría amarga sobre la llegada y despedida sobre cómo seguir
habitando en otros cuerpos u otras playas traviesas.
JJ Barrera (21-05-2017).
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