EL Desarrollo Moral
LA METODOLOGÍA DE KOHLBERG
Para estimar el estadio de
desarrollo moral de alguien, Kohlberg ha ideado un instrumento de investigación
para tantear el proceso de razonamiento que una persona usa para resolver
dilemas morales. Para que una persona revele su pensamiento sobre temas éticos
sólo hay que proponerle dilemas morales que despierten su interés y preguntarle
directamente cuál sería la mejor solución para el dilema y por qué.
La forma de entrevista que
utiliza, la Entrevista sobre Juicio Moral, está compuesta por tres dilemas
hipotéticos. Cada dilema implica a un personaje que se encuentra en una
situación difícil y tiene que elegir entre dos valores conflictivos. Se le lee
al sujeto y se proponen varias preguntas estandarizadas. Se le pregunta cómo debería
resolver el dilema y por qué esa sería la mejor forma de actuar en esa
situación.
Para determinar el estadio de
desarrollo moral del sujeto, el investigador debe ver qué consistencia existe
en el razonamiento del sujeto en una gama de asuntos morales. Es necesario
centrarse en la forma o estructura del razonamiento del sujeto con la que
justifica su decisión más que en el contenido de la respuesta para poder
extraer conclusiones sobre su verdadero modo de pensar (es lo que se mantiene
en otras situaciones de la vida real).
3.- ETAPAS DEL DESARROLLO
MORAL SEGÚN KOHLBERG
Según se ha comentado
anteriormente, Kohlberg definió tres niveles en el desarrollo moral, cada uno
de los cuales está relacionado con la edad. Estos niveles son:
Nivel I: Moralidad Pre-convencional
(de los 4 a los 10 años).
El énfasis en este nivel está
en el control externo. Los niños observan los patrones de otros ya sea para
evitar el castigo o para obtener recompensas. En este nivel el niño responde a
las reglas culturales y a las etiquetas de bueno y malo, correcto o equivocado,
pero interpreta estas etiquetas ya sea en términos de las consecuencias
hedonísticas o físicas de la acción (castigo, recompensa, intercambio de
favores) o en términos del poder físico de quienes enuncian las reglas y
etiquetas. El nivel se divide en las siguientes dos etapas:
Etapa 1. La orientación de
obediencia por castigo.
Las consecuencias físicas de
una acción determinan la bondad o maldad sin considerar el significado humano o
el valor de estas consecuencias. La evitación del castigo y el respeto
incuestionable al poder son valiosos por su propio derecho, y no en términos
del respeto por un orden moral subyacente que se sustenta por el castigo y la
autoridad (esto último sucede en la Etapa 4). Es decir, las personas obedecen
las reglas para evitar el castigo. Una acción buena o mala está determinada por
las consecuencias físicas.
Etapa 2. La
orientación instrumental-relativista u orientación por el premio personal.
La acción correcta consiste en
aquello que instrumentalmente satisface las propias necesidades y
ocasionalmente las necesidades de los otros. Las relaciones humanas son vistas
en términos mercantilistas. Los elementos de igualdad, de reciprocidad y del
mutuo compartir están presentes, pero siempre son interpretados en una forma
práctica. La reciprocidad es un asunto de “me das y te doy” no de lealtad,
gratitud o justicia. Con lo cual, las necesidades personales determinan la
aceptación o desviación. Se devuelven favores a partir del intercambio “si te
ayudo, me ayudarás”.
Nivel II: Moralidad
de conformidad con el papel convencional (de los 10 a los 13 años).
Los niños ahora quieren agradar
a otras personas. Todavía observan los patrones de otros pero los han
interiorizado en cierta medida. Ahora quieren ser considerados “buenos” por
gente cuya opinión es importante para ellos. Son capaces de asumir los papeles
de figuras de autoridad lo suficientemente bien como para decidir si una acción
es buena según sus patrones. Con lo cual, tienen en cuenta las expectativas de
la sociedad y sus leyes sobre un dilema moral.
Etapa 3. La
orientación de concordancia interpersonal o de “niño bueno-niña buena”.
El buen comportamiento es aquél
que complace o ayuda a otros y es aprobado por ellos. Hay mucha conformidad a imágenes
estereotipadas de lo que es mayoría o comportamiento “natural”. El
comportamiento frecuentemente es juzgado por la intención (“tiene una buena
intención”) se convierte en algo importante por primera vez. Se gana aprobación
por ser “bueno”. El niño mantiene buenas relaciones y busca la aprobación de
los otros.
Etapa 4. La
orientación de “ley y orden”.
Hay una orientación hacia la
autoridad, las reglas fijas y el mantenimiento del orden social. El
comportamiento correcto consiste en hacer el propio deber, mostrar respeto por
la autoridad, y mantener un orden social dado que se justifica en sí mismo. Al
decidir el castigo para una mala actuación, las leyes son absolutas. En todos
los casos, debe respetarse la autoridad y el orden social establecido.
Nivel III: Moralidad
de los principios morales autónomos (de los 13 años en adelante, si acaso).
En este nivel se llega a la
verdadera moralidad. Por primera vez, la persona reconoce la posibilidad de un
conflicto entre dos patrones aceptados socialmente y trata de decidir entre
ellos. El control de la conducta es interno ahora, tanto en los patrones
observados como en el razonamiento acerca de lo correcto y lo incorrecto. Los
juicios están basados en lo abstracto y por principios personales que no
necesariamente están definidos por las leyes de la sociedad.
Etapa 5. La
orientación legalista o de contrato social.
Generalmente tiene tonalidades
utilitaristas. La acción correcta tiende a ser definida en términos de los
derechos generales del individuo, y de los estándares que han sido críticamente
examinados y acordados por la sociedad entera. Hay una clara conciencia del
relativismo de los valores y opiniones personales y un énfasis correspondiente
hacia los procedimientos y reglas para llegar al consenso. Aparte de lo que es
constitucionalmente y democráticamente acordado, lo correcto es un asunto de
“valores” y “opiniones” personales. El resultado es un énfasis en el “punto de
vista legal”, pero con un énfasis sobre la posibilidad de cambiar la ley en términos
de consideraciones racionales de utilidad social (más que “congelarse” como en
los términos de “ley y orden” de la Etapa 4). Fuera del ámbito legal, el
contrato libremente acordado, es cumplido como obligatorio.
Etapa 6. La
orientación de principios éticos universales.
Lo correcto es definido por la
decisión de la conciencia de acuerdo con los principios éticos auto-elegidos
que apelan a la comprensión lógica, consistencia y universalidad. Estos
principios son abstractos y éticos y no son reglas morales concretas como los
Diez Mandamientos. La etapa 6 supone principios universales de justicia, de
reciprocidad e igualdad de derechos humanos, y de respeto por la dignidad de
los seres humanos como personas individuales. Lo que es bueno y conforme a
derecho, es cuestión de conciencia individual, e involucra los conceptos
abstractos de justicia, dignidad humana e igualdad. En esta fase, las personas
creen que hay puntos de vista universales en los que todas las sociedades deben
estar de acuerdo.
Como el razonamiento moral,
claramente es razonamiento, el avance en el razonamiento moral depende del
avance en el razonamiento lógico; la etapa lógica de una persona pone un cierto
tope o límite para la etapa moral que pueda alcanzar.
Una persona cuya etapa lógica
es sólo de operaciones concretas está limitada a las etapas morales pre-
convencionales (Etapas 1 y 2). Una persona cuya etapa lógica es sólo
parcialmente de operaciones formales, está limitada a las etapas morales
convencionales (Etapas 3 y 4).
Mientras que el desarrollo
lógico es necesario para el desarrollo moral y le impone límites, la mayoría de
los individuos están más altos en la etapa lógica que lo que están en la etapa
moral. Como ejemplo, sólo el 50 por ciento de los adolescentes mayores y los
adultos (todos en operaciones formales) exhiben un razonamiento moral de
principios (Etapas 5 y 6).
Las características que
Kohlberg tuvo en cuenta para definir las diferentes etapas de su teoría son las
siguientes:
Que los niños pasan a la vez
por las secuencias de desarrollo cognitivo y el juicio moral, es decir, no
dividen su experiencia en el mundo “físico” y el mundo “social” sino que juegan
y piensan en objetos físicos a la vez que se desarrollan con otras personas. En
la vida del niño existe una unidad de desarrollo, hay un paralelismo en el
desarrollo de conocimiento y afecto, pero los niños parecen progresar algo más
rápido en su comprensión del mundo físico que en su comprensión de cómo
estructurar relaciones en su mundo social.
El desarrollo de los periodos
cognitivos es una condición necesaria pero no suficiente para el desarrollo de
los niveles paralelos socio-morales. Para este teórico, el estadio de
razonamiento lógico nos indica el límite alcanzable en el razonamiento moral,
aunque no todas las personas logran el límite superior de razonamiento moral
que les posibilita el estadio lógico alcanzado.
Kohlberg, 1969; Selman, (1980),
Todos los procesos básicos implicados en el desarrollo del conocimiento del
mundo físico son también fundamentales en el desarrollo social. Pero aparte de
éstos, el conocimiento social requiere una capacidad específica para la
adopción de distintos papeles; es decir, el conocimiento de que el otro es, en
cierto sentido, como el yo, y que aquél conoce o responde a éste en función de
un sistema de expectativas complementarias. En otras palabras, conocemos a los
demás al ponernos en su lugar y nos conocemos a nosotros mismos al compararnos
y diferenciarnos de ellos.
Este concepto de role-taking o
habilidad de ver las cosas desde la perspectiva del otro sirve de intermedio
entre las necesidades estructural-cognitivas y el nivel alcanzado de desarrollo
moral y está profundamente relacionado con el concepto de justicia ya que ambos
comparten la misma estructura de igualdad y reciprocidad.
La adopción de roles o
perspectivas sociales es también una capacidad evolutiva y sigue unas
secuencias de desarrollo o etapas. El afecto y el conocimiento se desarrollan
paralelamente. El papel del afecto y la comprensión de las emociones
(“empatía”), por tanto, va a ser fundamental también en el desarrollo moral, no
sólo como una fuerza motivadora sino como una importante fuente de información.
Para explicar la relación que
existe entre el razonamiento y la conducta moral es necesario comprender cómo
define cada individuo su identidad moral y la importancia que la dimensión
moral adquiere en su propia valoración, en el sentido que tiene de sí mismo. La
identidad moral proporciona así una de las principales motivaciones para la
acción moral, para comprometerse en las propias convicciones, y la acción se
convierte en una prueba de consistencia de uno mismo.
Para Jean Piaget (1932), el
razonamiento moral se desarrolla en dos etapas que coinciden con la etapa
preoperacional y de operaciones concretas del desarrollo cognoscitivo. Su
objetivo no es estudiar qué es la moralidad, sino cómo se desarrolla. No le
interesa los juicios morales que emite el sujeto, sino que cómo es que éstos se
originan. Para dicho estudio usa el método de la observación, y ve cual es la
actitud de los niños frente a los otros, cómo practica las reglas, y cuál es la
conciencia que tiene de ellas.
Se dio cuenta que existe una
gran diferencia entre lo que uno ve hacer al niño en la práctica, y lo que hay
en su conciencia. Concluye que para el desarrollo moral lo fundamental es la
acción cotidiana con los otros. Este desarrollo moral se va dando gracias a que
el niño va experimentando la vida con los demás.
Primera etapa → “Moralidad de
la prohibición”, también se la llama “Moralidad Heterónoma” o de cohibición.
En esta etapa los niños tienen
una idea estricta sobre los conceptos morales. El niño es egocéntrico por lo
que sólo puede tener una forma de ver un asunto moral.
El niño cree que las reglas no
pueden ser cambiadas, la conducta es correcta o incorrecta, (adecuada,
inadecuada) y cualquier ofensa merece un castigo severo, a menos que él sea el
ofensor. La obediencia es absoluta, y las cosas se siguen al pie de la letra,
no hay excepción a la regla. El respeto es vivido unilateralmente, hacia un
lado, el más chico respeta al más grande, el con menos poder, al con más poder.
Esta etapa coincide con la etapa pre-operacional.
Segunda etapa → “Moralidad de
cooperación”, también se la llama “Moralidad autónoma”.
Se caracteriza por la
flexibilidad moral, el niño piensa menos egocéntricamente. Se contemplan las
intenciones detrás de las acciones. Las reglas son transformadas de acuerdo a
las necesidades, y la obediencia se da en el consenso.
Aquí el respeto es mutuo, hay
un sentimiento de cooperación con el otro. Faltarle el respeto al otro es faltárselo
así mismo también. Ahora el niño entra en contacto con distintos puntos de
vista, muchos de los cuales se contradicen con lo aprendido.
Concluye que no existe un
patrón de moral absoluto o inmodificable, sino que la gente puede formular sus
propios códigos de correcto o incorrecto. Se puede tener en cuenta la intención
que existe detrás de la conducta y aplicar el castigo de manera asertiva, es
decir hay relación entre el delito y el castigo, se toman en cuenta las
circunstancias.
Según A. P. Selman, el
desarrollo moral está ligado al desempeño de un papel (asumir el punto de vista
de otra persona). Selman define la
moralidad como la capacidad para considerar el bienestar de otras personas. Es
un concepto más relacional de la moralidad, para él la moralidad es la ética de
las relaciones.
Por lo tanto, un aumento en la
capacidad para imaginar cómo piensa y siente otra persona, se relacionaría con
la capacidad para formular juicios morales. La teoría de Selman está
fuertemente influida por Piaget.
Para explicar el desarrollo del
juicio moral, describe 5 etapas, que dicen relación al momento de
estructuración en que se encuentra el niño.
Etapa “O” → aproximadamente de
4 a 6 años. Aquí el niño es egocéntrico, piensa que su punto de vista es el
único posible, y juzga de acuerdo a esta creencia. No hay una diferencia
sustancial entre él y el otro.
Etapa “1” → aproximadamente de
6 a 8 años. Aquí los niñxs se dan cuenta que los otros pueden interpretar una
situación de manera diferente. Siguiendo el ejemplo anterior, si el Papá sabe
que se subió al árbol se enojará, pero si sabe porqué lo hizo, se alegrará.
Aquí el niño ya se da cuenta de
la importancia de la intención, y que el punto de vista del Papá puede ser
diferente. Eso sí no entiende que el otro pueda tener contradicciones entre el
deseo y la conducta. Las cosas son buenas o malas.
Etapa “2” → Aproximadamente de
8 a 10 años. Aquí el niñx desarrolla lo que se llama “conciencia recíproca”. Lo
que yo hago tiene una consecuencia sobre mí, comienza a tener la capacidad de
empatizar. Ve su subjetividad como diferente de la del otro, comienza el niño a
resolver sus conflictos de manera dialogada, p/ej. Si el otro está enojado
piensa que le puede estar pasando y no llega a pegarle así no más.
Es decir, no sólo sabe que los
otros tienen otros puntos de vista, sino también que saben que ella (niña)
tiene su punto de vista particular. Sabe que además de contarle a su mamá sobre
el gato tiene que decirle que no olvidó la promesa de no subirse al árbol.
Etapa “3”→ aproximadamente de
10 a 12 años. Ahora los niñxs pueden imaginar la perspectiva de una tercera
persona, tomando en cuenta varios puntos de vista diferentes. Experimenta un
sentimiento de mutualidad, el joven puede coordinar su perspectiva con la del
otro, y con la de un tercero.
Etapa “4” → esta etapa ocurre
en la adolescencia y post adolescencia. El joven se da cuenta de que ponerse en
el lugar de otras personas no siempre resuelve el problema. Acepta que algunos
valores opuestos no pueden ser comunicados. Tomando el mismo ejemplo de la
etapa “3”, veríamos que el juez a pesar de escuchar el relato, y que le parezca
buena la excusa, no puede dejarlo libre ya que no puede excusar el robo, es
decir tiene que respaldar la ley.
Para C. Gilligan, los estudios
sobre el desarrollo del juicio moral hechos por Kohlberg, se centran más en la
moralidad abstracta, la que se manifiesta a través de conceptos de conceptos de
justicia, más que de compasión. Gilligan se da cuenta que los hombres tienen
otro tipo de conflictos internos que las mujeres, lo cual se acentúa aun mas en
la pre-adolescencia. El mundo de las niñas está centrado en las relaciones, por
lo tanto todos los conflictos son relacionales, y su lenguaje es diferente.
Mientras que los hombres tiene conflictos con el poder y la competitividad,
quien gana, quién es más fuerte, quien juega mejor fútbol.
Este hecho provocó que en las
pruebas de Kohlberg, las mujeres puntuaran más bajo que los hombres, ya que los
dilemas eran más teóricos. Sin embargo cuando ambos sexos se los evalúa con las
pruebas de Piaget no hay diferencia.
Según Carol Gilligan
(1978-1982), realizó su estudio sobre el desarrollo moral en las mujeres, y
concluyó que estas definen la moralidad como la capacidad de situarse en el
lugar de la otra persona, o como la inclinación a sacrificarse para asegurar el
bienestar de otra persona.
Por lo tanto, las mujeres
consideran la moralidad no en términos abstractos como justicia y honradez,
sino como la responsabilidad de cuidar a alguna o algunas otras personas. Para
graficar mejor su idea, Gilligan tomó 2 relatos bíblicos que según él reflejan
lo que es justo para las mujeres y los hombres:
Hombres → Abraham está
dispuesto a sacrificar su hijo cuando Dios le pidió una prueba de fe →
Moralidad abstracta, representada por la 6ª etapa de Kohlberg.
Mujeres → El relato bíblico en
que la mujer le prueba al Rey Salomón que era la verdadera madre cuando estuvo
dispuesta a dar al niño a otra mujer antes que hacerle daño → Moralidad
centrada en la persona.
Finalmente, se concluye que
para alcanzar los más altos niveles de moralidad, Gilligan considera que la
justicia y compasión deben ir juntas.
BIBLIOGRAFÍA
Gilligan, Carol & Belensky,
M. F. (1980). A Naturalistic study of abortion decisions. In R.
Sleman & R. Yando (Eds.), New directions for child development: Clinical
development psychology. San Francisco: Jossey-Bass.
Gilligan,
Carol. (1982). In a different voice. Psychological Theory and womens
development. Cambridge, MA: Harward University Press
Berger,
Kathleen Stassen; Thompson, Ross A. (1995). El desarrollo de la persona
desde la Niñez a la Adolescencia. Editorial Médica,
Panamericana, 4ª ed.
Kohlberg,
Lowrence. (1969). Stage and sequence. The cognitive developmental approach to
socialization. In D.A. Goslin (Ed.), Handbook of socialization theory and
research. Chicago:
Rand McNally
Papalia DE. (1992)
"Psicología del desarrollo". Edit Mc Graw-Hill.
Piaget,
J (1932) "the Moral judgment of the child". New York: Harcourt Brace.
http://html.rincondelvago.com/desarrollo-moral.html
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