EL Desarrollo Moral

lunes, 2 de enero de 2017

EL Desarrollo Moral


LA METODOLOGÍA DE KOHLBERG
Para estimar el estadio de desarrollo moral de alguien, Kohlberg ha ideado un instrumento de investigación para tantear el proceso de razonamiento que una persona usa para resolver dilemas morales. Para que una persona revele su pensamiento sobre temas éticos sólo hay que proponerle dilemas morales que despierten su interés y preguntarle directamente cuál sería la mejor solución para el dilema y por qué.

La forma de entrevista que utiliza, la Entrevista sobre Juicio Moral, está compuesta por tres dilemas hipotéticos. Cada dilema implica a un personaje que se encuentra en una situación difícil y tiene que elegir entre dos valores conflictivos. Se le lee al sujeto y se proponen varias preguntas estandarizadas. Se le pregunta cómo debería resolver el dilema y por qué esa sería la mejor forma de actuar en esa situación.

Para determinar el estadio de desarrollo moral del sujeto, el investigador debe ver qué consistencia existe en el razonamiento del sujeto en una gama de asuntos morales. Es necesario centrarse en la forma o estructura del razonamiento del sujeto con la que justifica su decisión más que en el contenido de la respuesta para poder extraer conclusiones sobre su verdadero modo de pensar (es lo que se mantiene en otras situaciones de la vida real).

3.- ETAPAS DEL DESARROLLO MORAL SEGÚN KOHLBERG
Según se ha comentado anteriormente, Kohlberg definió tres niveles en el desarrollo moral, cada uno de los cuales está relacionado con la edad. Estos niveles son:

Nivel I: Moralidad Pre-convencional (de los 4 a los 10 años).
El énfasis en este nivel está en el control externo. Los niños observan los patrones de otros ya sea para evitar el castigo o para obtener recompensas. En este nivel el niño responde a las reglas culturales y a las etiquetas de bueno y malo, correcto o equivocado, pero interpreta estas etiquetas ya sea en términos de las consecuencias hedonísticas o físicas de la acción (castigo, recompensa, intercambio de favores) o en términos del poder físico de quienes enuncian las reglas y etiquetas. El nivel se divide en las siguientes dos etapas:

Etapa 1. La orientación de obediencia por castigo.
Las consecuencias físicas de una acción determinan la bondad o maldad sin considerar el significado humano o el valor de estas consecuencias. La evitación del castigo y el respeto incuestionable al poder son valiosos por su propio derecho, y no en términos del respeto por un orden moral subyacente que se sustenta por el castigo y la autoridad (esto último sucede en la Etapa 4). Es decir, las personas obedecen las reglas para evitar el castigo. Una acción buena o mala está determinada por las consecuencias físicas.

Etapa 2. La orientación instrumental-relativista u orientación por el premio personal.
La acción correcta consiste en aquello que instrumentalmente satisface las propias necesidades y ocasionalmente las necesidades de los otros. Las relaciones humanas son vistas en términos mercantilistas. Los elementos de igualdad, de reciprocidad y del mutuo compartir están presentes, pero siempre son interpretados en una forma práctica. La reciprocidad es un asunto de “me das y te doy” no de lealtad, gratitud o justicia. Con lo cual, las necesidades personales determinan la aceptación o desviación. Se devuelven favores a partir del intercambio “si te ayudo, me ayudarás”.
  
Nivel II: Moralidad de conformidad con el papel convencional (de los 10 a los 13 años).
Los niños ahora quieren agradar a otras personas. Todavía observan los patrones de otros pero los han interiorizado en cierta medida. Ahora quieren ser considerados “buenos” por gente cuya opinión es importante para ellos. Son capaces de asumir los papeles de figuras de autoridad lo suficientemente bien como para decidir si una acción es buena según sus patrones. Con lo cual, tienen en cuenta las expectativas de la sociedad y sus leyes sobre un dilema moral.

Etapa 3. La orientación de concordancia interpersonal o de “niño bueno-niña buena”.
El buen comportamiento es aquél que complace o ayuda a otros y es aprobado por ellos. Hay mucha conformidad a imágenes estereotipadas de lo que es mayoría o comportamiento “natural”. El comportamiento frecuentemente es juzgado por la intención (“tiene una buena intención”) se convierte en algo importante por primera vez. Se gana aprobación por ser “bueno”. El niño mantiene buenas relaciones y busca la aprobación de los otros.
Etapa 4. La orientación de “ley y orden”.
Hay una orientación hacia la autoridad, las reglas fijas y el mantenimiento del orden social. El comportamiento correcto consiste en hacer el propio deber, mostrar respeto por la autoridad, y mantener un orden social dado que se justifica en sí mismo. Al decidir el castigo para una mala actuación, las leyes son absolutas. En todos los casos, debe respetarse la autoridad y el orden social establecido.

Nivel III: Moralidad de los principios morales autónomos (de los 13 años en adelante, si acaso).
En este nivel se llega a la verdadera moralidad. Por primera vez, la persona reconoce la posibilidad de un conflicto entre dos patrones aceptados socialmente y trata de decidir entre ellos. El control de la conducta es interno ahora, tanto en los patrones observados como en el razonamiento acerca de lo correcto y lo incorrecto. Los juicios están basados en lo abstracto y por principios personales que no necesariamente están definidos por las leyes de la sociedad.

Etapa 5. La orientación legalista o de contrato social.
Generalmente tiene tonalidades utilitaristas. La acción correcta tiende a ser definida en términos de los derechos generales del individuo, y de los estándares que han sido críticamente examinados y acordados por la sociedad entera. Hay una clara conciencia del relativismo de los valores y opiniones personales y un énfasis correspondiente hacia los procedimientos y reglas para llegar al consenso. Aparte de lo que es constitucionalmente y democráticamente acordado, lo correcto es un asunto de “valores” y “opiniones” personales. El resultado es un énfasis en el “punto de vista legal”, pero con un énfasis sobre la posibilidad de cambiar la ley en términos de consideraciones racionales de utilidad social (más que “congelarse” como en los términos de “ley y orden” de la Etapa 4). Fuera del ámbito legal, el contrato libremente acordado, es cumplido como obligatorio.

Etapa 6. La orientación de principios éticos universales.
Lo correcto es definido por la decisión de la conciencia de acuerdo con los principios éticos auto-elegidos que apelan a la comprensión lógica, consistencia y universalidad. Estos principios son abstractos y éticos y no son reglas morales concretas como los Diez Mandamientos. La etapa 6 supone principios universales de justicia, de reciprocidad e igualdad de derechos humanos, y de respeto por la dignidad de los seres humanos como personas individuales. Lo que es bueno y conforme a derecho, es cuestión de conciencia individual, e involucra los conceptos abstractos de justicia, dignidad humana e igualdad. En esta fase, las personas creen que hay puntos de vista universales en los que todas las sociedades deben estar de acuerdo.

Como el razonamiento moral, claramente es razonamiento, el avance en el razonamiento moral depende del avance en el razonamiento lógico; la etapa lógica de una persona pone un cierto tope o límite para la etapa moral que pueda alcanzar.

Una persona cuya etapa lógica es sólo de operaciones concretas está limitada a las etapas morales pre- convencionales (Etapas 1 y 2). Una persona cuya etapa lógica es sólo parcialmente de operaciones formales, está limitada a las etapas morales convencionales (Etapas 3 y 4).
Mientras que el desarrollo lógico es necesario para el desarrollo moral y le impone límites, la mayoría de los individuos están más altos en la etapa lógica que lo que están en la etapa moral. Como ejemplo, sólo el 50 por ciento de los adolescentes mayores y los adultos (todos en operaciones formales) exhiben un razonamiento moral de principios (Etapas 5 y 6).

Las características que Kohlberg tuvo en cuenta para definir las diferentes etapas de su teoría son las siguientes:

Que los niños pasan a la vez por las secuencias de desarrollo cognitivo y el juicio moral, es decir, no dividen su experiencia en el mundo “físico” y el mundo “social” sino que juegan y piensan en objetos físicos a la vez que se desarrollan con otras personas. En la vida del niño existe una unidad de desarrollo, hay un paralelismo en el desarrollo de conocimiento y afecto, pero los niños parecen progresar algo más rápido en su comprensión del mundo físico que en su comprensión de cómo estructurar relaciones en su mundo social.

El desarrollo de los periodos cognitivos es una condición necesaria pero no suficiente para el desarrollo de los niveles paralelos socio-morales. Para este teórico, el estadio de razonamiento lógico nos indica el límite alcanzable en el razonamiento moral, aunque no todas las personas logran el límite superior de razonamiento moral que les posibilita el estadio lógico alcanzado.

Kohlberg, 1969; Selman, (1980), Todos los procesos básicos implicados en el desarrollo del conocimiento del mundo físico son también fundamentales en el desarrollo social. Pero aparte de éstos, el conocimiento social requiere una capacidad específica para la adopción de distintos papeles; es decir, el conocimiento de que el otro es, en cierto sentido, como el yo, y que aquél conoce o responde a éste en función de un sistema de expectativas complementarias. En otras palabras, conocemos a los demás al ponernos en su lugar y nos conocemos a nosotros mismos al compararnos y diferenciarnos de ellos.

Este concepto de role-taking o habilidad de ver las cosas desde la perspectiva del otro sirve de intermedio entre las necesidades estructural-cognitivas y el nivel alcanzado de desarrollo moral y está profundamente relacionado con el concepto de justicia ya que ambos comparten la misma estructura de igualdad y reciprocidad.

La adopción de roles o perspectivas sociales es también una capacidad evolutiva y sigue unas secuencias de desarrollo o etapas. El afecto y el conocimiento se desarrollan paralelamente. El papel del afecto y la comprensión de las emociones (“empatía”), por tanto, va a ser fundamental también en el desarrollo moral, no sólo como una fuerza motivadora sino como una importante fuente de información.

Para explicar la relación que existe entre el razonamiento y la conducta moral es necesario comprender cómo define cada individuo su identidad moral y la importancia que la dimensión moral adquiere en su propia valoración, en el sentido que tiene de sí mismo. La identidad moral proporciona así una de las principales motivaciones para la acción moral, para comprometerse en las propias convicciones, y la acción se convierte en una prueba de consistencia de uno mismo.

Para Jean Piaget (1932), el razonamiento moral se desarrolla en dos etapas que coinciden con la etapa preoperacional y de operaciones concretas del desarrollo cognoscitivo. Su objetivo no es estudiar qué es la moralidad, sino cómo se desarrolla. No le interesa los juicios morales que emite el sujeto, sino que cómo es que éstos se originan. Para dicho estudio usa el método de la observación, y ve cual es la actitud de los niños frente a los otros, cómo practica las reglas, y cuál es la conciencia que tiene de ellas.

Se dio cuenta que existe una gran diferencia entre lo que uno ve hacer al niño en la práctica, y lo que hay en su conciencia. Concluye que para el desarrollo moral lo fundamental es la acción cotidiana con los otros. Este desarrollo moral se va dando gracias a que el niño va experimentando la vida con los demás.

Primera etapa → “Moralidad de la prohibición”, también se la llama “Moralidad Heterónoma” o de cohibición.
En esta etapa los niños tienen una idea estricta sobre los conceptos morales. El niño es egocéntrico por lo que sólo puede tener una forma de ver un asunto moral.

El niño cree que las reglas no pueden ser cambiadas, la conducta es correcta o incorrecta, (adecuada, inadecuada) y cualquier ofensa merece un castigo severo, a menos que él sea el ofensor. La obediencia es absoluta, y las cosas se siguen al pie de la letra, no hay excepción a la regla. El respeto es vivido unilateralmente, hacia un lado, el más chico respeta al más grande, el con menos poder, al con más poder. Esta etapa coincide con la etapa pre-operacional.

Segunda etapa → “Moralidad de cooperación”, también se la llama “Moralidad autónoma”.
Se caracteriza por la flexibilidad moral, el niño piensa menos egocéntricamente. Se contemplan las intenciones detrás de las acciones. Las reglas son transformadas de acuerdo a las necesidades, y la obediencia se da en el consenso.

Aquí el respeto es mutuo, hay un sentimiento de cooperación con el otro. Faltarle el respeto al otro es faltárselo así mismo también. Ahora el niño entra en contacto con distintos puntos de vista, muchos de los cuales se contradicen con lo aprendido.

Concluye que no existe un patrón de moral absoluto o inmodificable, sino que la gente puede formular sus propios códigos de correcto o incorrecto. Se puede tener en cuenta la intención que existe detrás de la conducta y aplicar el castigo de manera asertiva, es decir hay relación entre el delito y el castigo, se toman en cuenta las circunstancias.

Según A. P. Selman, el desarrollo moral está ligado al desempeño de un papel (asumir el punto de vista de  otra persona). Selman define la moralidad como la capacidad para considerar el bienestar de otras personas. Es un concepto más relacional de la moralidad, para él la moralidad es la ética de las relaciones.

Por lo tanto, un aumento en la capacidad para imaginar cómo piensa y siente otra persona, se relacionaría con la capacidad para formular juicios morales. La teoría de Selman está fuertemente influida por Piaget.
Para explicar el desarrollo del juicio moral, describe 5 etapas, que dicen relación al momento de estructuración en que se encuentra el niño.

Etapa “O” → aproximadamente de 4 a 6 años. Aquí el niño es egocéntrico, piensa que su punto de vista es el único posible, y juzga de acuerdo a esta creencia. No hay una diferencia sustancial entre él y el otro.
Etapa “1” → aproximadamente de 6 a 8 años. Aquí los niñxs se dan cuenta que los otros pueden interpretar una situación de manera diferente. Siguiendo el ejemplo anterior, si el Papá sabe que se subió al árbol se enojará, pero si sabe porqué lo hizo, se alegrará.

Aquí el niño ya se da cuenta de la importancia de la intención, y que el punto de vista del Papá puede ser diferente. Eso sí no entiende que el otro pueda tener contradicciones entre el deseo y la conducta. Las cosas son buenas o malas.

Etapa “2” → Aproximadamente de 8 a 10 años. Aquí el niñx desarrolla lo que se llama “conciencia recíproca”. Lo que yo hago tiene una consecuencia sobre mí, comienza a tener la capacidad de empatizar. Ve su subjetividad como diferente de la del otro, comienza el niño a resolver sus conflictos de manera dialogada, p/ej. Si el otro está enojado piensa que le puede estar pasando y no llega a pegarle así no más.
Es decir, no sólo sabe que los otros tienen otros puntos de vista, sino también que saben que ella (niña) tiene su punto de vista particular. Sabe que además de contarle a su mamá sobre el gato tiene que decirle que no olvidó la promesa de no subirse al árbol.

Etapa “3”→ aproximadamente de 10 a 12 años. Ahora los niñxs pueden imaginar la perspectiva de una tercera persona, tomando en cuenta varios puntos de vista diferentes. Experimenta un sentimiento de mutualidad, el joven puede coordinar su perspectiva con la del otro, y con la de un tercero.

Etapa “4” → esta etapa ocurre en la adolescencia y post adolescencia. El joven se da cuenta de que ponerse en el lugar de otras personas no siempre resuelve el problema. Acepta que algunos valores opuestos no pueden ser comunicados. Tomando el mismo ejemplo de la etapa “3”, veríamos que el juez a pesar de escuchar el relato, y que le parezca buena la excusa, no puede dejarlo libre ya que no puede excusar el robo, es decir tiene que respaldar la ley.

Para C. Gilligan, los estudios sobre el desarrollo del juicio moral hechos por Kohlberg, se centran más en la moralidad abstracta, la que se manifiesta a través de conceptos de conceptos de justicia, más que de compasión. Gilligan se da cuenta que los hombres tienen otro tipo de conflictos internos que las mujeres, lo cual se acentúa aun mas en la pre-adolescencia. El mundo de las niñas está centrado en las relaciones, por lo tanto todos los conflictos son relacionales, y su lenguaje es diferente. Mientras que los hombres tiene conflictos con el poder y la competitividad, quien gana, quién es más fuerte, quien juega mejor fútbol.

Este hecho provocó que en las pruebas de Kohlberg, las mujeres puntuaran más bajo que los hombres, ya que los dilemas eran más teóricos. Sin embargo cuando ambos sexos se los evalúa con las pruebas de Piaget no hay diferencia.

Según Carol Gilligan (1978-1982), realizó su estudio sobre el desarrollo moral en las mujeres, y concluyó que estas definen la moralidad como la capacidad de situarse en el lugar de la otra persona, o como la inclinación a sacrificarse para asegurar el bienestar de otra persona.

Por lo tanto, las mujeres consideran la moralidad no en términos abstractos como justicia y honradez, sino como la responsabilidad de cuidar a alguna o algunas otras personas. Para graficar mejor su idea, Gilligan tomó 2 relatos bíblicos que según él reflejan lo que es justo para las mujeres y los hombres:

Hombres → Abraham está dispuesto a sacrificar su hijo cuando Dios le pidió una prueba de fe → Moralidad abstracta, representada por la 6ª etapa de Kohlberg.

Mujeres → El relato bíblico en que la mujer le prueba al Rey Salomón que era la verdadera madre cuando estuvo dispuesta a dar al niño a otra mujer antes que hacerle daño → Moralidad centrada en la persona.
Finalmente, se concluye que para alcanzar los más altos niveles de moralidad, Gilligan considera que la justicia y compasión deben ir juntas.

BIBLIOGRAFÍA
Gilligan, Carol & Belensky, M. F. (1980). A Naturalistic study of abortion decisions. In R. Sleman & R. Yando (Eds.), New directions for child development: Clinical development psychology. San Francisco: Jossey-Bass.
Gilligan, Carol. (1982). In a different voice. Psychological Theory and womens development. Cambridge, MA: Harward University Press
Berger, Kathleen Stassen; Thompson, Ross A. (1995). El desarrollo de la persona desde la Niñez a la Adolescencia. Editorial Médica, Panamericana, 4ª ed.
Kohlberg, Lowrence. (1969). Stage and sequence. The cognitive developmental approach to socialization. In D.A. Goslin (Ed.), Handbook of socialization theory and research. Chicago: Rand McNally
Papalia DE. (1992) "Psicología del desarrollo". Edit Mc Graw-Hill.
Piaget, J (1932) "the Moral judgment of the child". New York: Harcourt Brace.
http://html.rincondelvago.com/desarrollo-moral.html


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